jueves, 24 de mayo de 2012

Sobre Jorge Luis Borges...


 Y LOS LABERINTOS DE LA LECTURA

                                                  

         Jorge Luis Borges (1899-1986) es un escritor argentino, nacido en  Buenos Aires. Su obra se centró en la realización de ensayos breves, poemas y cuentos. Destacó por su original y brillante manera de escribir estos últimos. No llegó a escribir ninguna novela, ya que consideraba que ello implicaba introducir en el texto gran cantidad de relleno, innecesario en los cuentos, en los que le bastaba con plasmar la esencia de sus ideas. En palabras de Borges: «desvarío laborioso y empobrecedor el de componer vastos libros; el de explayar en 500 páginas una idea cuya perfecta exposición oral cabe en pocos minutos» .




         Su obra «Ficciones», es un recopilatorio de relatos, dividido en dos colecciones: «El jardín de los senderos que se bifurcan»  y «Artificios». Entre los temas tratados por Borges en este libro, destaca el tema del tiempo, más concretamente el tiempo infinito, que muchas veces tiende a asociar con lo circular. Así ocurre en el relato «las ruinas circulares», en el cual un hombre crea a través de la imaginación a otro ser humano, y al final, se da cuenta de que él mismo es la invención de otro hombre superior; o en «el jardín de los sederos que se bifurcan», en el cual aparece un “libro-laberinto” que tiene un carácter circular, pues entre las múltiples posibilidades de seguir la narración, cabe la posibilidad de volver a empezar la novela de manera cíclica, infinita.


         Otro de los recursos más usados por Borges a la hora de componer sus textos es la invención de obras, o incluso autores, que en realidad no existen. En sus relatos, crea historias a través de otros libros y escritores que nombra, que son producto de su imaginación. Él mismo consideraba que, antes de realizar el laborioso trabajo de escribir un libro, prefería inventar un mundo en el que dicho libro estuviese ya escrito. Ejemplo de esto es el relato de «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», en el que se habla de una secta que en secreto, había creado una basta enciclopedia de un mundo imaginario; o «La Biblioteca de Babel», que narra un mundo ficticio en forma de Biblioteca (otro recurso muy utilizado por Borges) infinita, que nunca acababa y que contenía todos los libros existentes, a veces sin sentido debido a la combinación aleatoria de las letras.



         El pensamiento filosófico deja huella en las obras de Borges, lo que él mismo admite. Muchos de sus relatos están influenciados en las teorías de filósofos como John Locke, Nietzsche, Schopenhauer... y otros escritores. Así, muchas de sus obras son breves ensayos, en los que trata de dar una explicación de diversos pensamientos filosóficos, o en otros casos, de desarmar los argumentos de ellas. El propio Borges dice: « No soy un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura.»


         En la primera colección, «El jardín de los senderos que se bifurcan», vemos con gran claridad el tema de lo infinito, que a veces, une con la invención del algún libro, autor o mundo.



         En «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius», cuyo personaje principal es el propio Borges, se narra el descubrimiento por parte de éste, de una basta enciclopedia que encierra el conocimiento de un mundo desconocido para la humanidad: Tlön. Este tomo acerca del idílico paraje, contiene la biología, geología, idiomas (y sus dialectos), filosofía, sistema numérico, etc de este mundo y su gente, un mundo mágico y nuevo, regido por el idealismo. Tan enormes son los conocimientos que contiene el libro, que hasta se considera que esa tierra, Tlön, existe de verdad. Sin embargo, al final del relato, se da una explicación más o menos coherente: al parecer, una secta de varios siglos de antigüedad, se organiza para la escritura de una enciclopedia, que haga creer a la gente de la existencia de un mundo distinto al nuestro.


         En «Pierre Menard, autor del Quijote», Borges vuelve a utilizar el recurso de inventar libros y autores. Aquí, Pierre reescribe El Quijote de Cervantes repitiendo palabra por palabra, coma por coma. El atrevido ingenio de Borges sugiere que la misma obra, punto por punto, es distinta según la época en la que se componga ya que la visión del mundo de sus autores es diversa y el significado que para ellos tienen las mismas palabras, también.



         Junto a estos dos relatos, «Examen de la obra de Herbert Quain» es otro ejemplo de la gran capacidad imaginativa de Borges, capaz de crear autores con obras extensas y complicadas, que en realidad no existen, sólo dando a intuir los pensamientos y la manera de escribir del escritor.



         «La lotería en Babilonia» es un cuento bastante interesante que explica el surgimiento de una lotería bastante especial en esta utópica región. Ésta es creada y organizada por una organización llamada La Compañía, y empezó siendo como las demás: el número ganador recibía un premio. Pero al ver el poco éxito que suscitaba esta práctica, se decidió cambiar las normas del juego: ahora también habría un perdedor, que recibiría un castigo. Así, el castigo o el premio también quedaban en manos de otro sorteo sucesivo, y las condiciones del castigo y el premio, así como las consecuencias del mismo, a otro más. De esta manera, el destino queda en manos de la lotería, mediante sorteos infinitos. La realidad es una lotería, en manos de la Compañía... «Babilonia no es otra cosa que un infinito juego de azares»



         «Las ruinas circulares», «La biblioteca de Babel» y «El jardín de los senderos que se bifurcan» son el resto de cuentos que completan la primera colección de Ficciones. En ellos se vuelve a mostrar la preferencia que tiene Borges por el tema de lo infinito. En el primero, un hombre (“el soñador”), mediante el sueño, trata de crear un ser humano. Tras un arduo camino, consigue hacerlo con ayuda del Dios fuego. Su hijo queda destinado en otro templo, y el soñador se entera mediante habladurías de que su creación es capaz de caminar sobre el fuego sin quemarse. Al final del relato, el soñador se da cuenta de que le ha llegado la hora de morir, y mientras agoniza, se acerca a un gran fuego que, para su sorpresa, no le quema. Es entonces cuando se da cuenta de que él también fue creado, es producto del sueño de otro hombre.



         En el segundo, Borges nos crea un mundo, en forma de biblioteca  que es enorme (aunque no infinito). En él se encuentran grandes celdas hexagonales, que contienen libros con todas las combinaciones posibles de los 25 caracteres que constituyen el lenguaje del utópico lugar. Así hay novelas incoherentes debido a la combinación de las letras, y otras que si tienen sentido. Los hombres de este mundo vagan por él, leyendo los libros de la biblioteca, buscando el fin y el principio de ella, cosa imposible debido a su inmensidad; es tan extensa que parece infinita.


         En el tercero, vuelve a hacer uso de lo infinito (y de la invención de novelas dentro del cuento), mediante la narración de un relato de espías. Un infiltrado de la guerra, huyendo de su captor, llega a la casa donde un  hombre investiga la obra de su antepasado. Este antepasado dejó un trabajo escrito, a modo de laberinto, infinito y circular, que podía tener múltiples historias según la elección que tomase el lector en cada momento.


         La segunda colección de este libro se llama «Artificios», y comprende 9 cuentos entre los que se incluye el que para Borges es su mejor trabajo, «El sur» (el último que escribió de su puño y letra antes de que la ceguera le dejase incapacitado para la labor de la escritura). Otros de los destacados dentro de esta colección son «Funes, el memorioso”, que en palabras de Borges es «una metáfora del insomnio»; y «La muerte y la brújula», una enmarañada historia de venganza.



         En «Funes, el memorioso» se narra el encuentro del protagonista con Ireneo Funes, un joven  un tanto peculiar (sabía a cada instante la hora del día sin mirar el reloj). Luego, tras sufrir un accidente, comienza a ser capaz de recordar pormenorizadamente cada objeto y  fenómeno con una memoria increíblemente prodigiosa .  Ahora Funes  lo recuerda todo, y cada percepción que tiene es, para él, una característica única e inolvidable. Crea un sistema numérico un tanto especial, en el que cada número pasa a denominarse con un nombre concreto, y planea hacer una clasificación en su memoria de todos sus recuerdos. Al final desiste de esa tarea, pues le llevaría toda la vida tan solo clasificar sus recuerdos de niñez, y muere de congestión pulmonar años después.


         «La muerte y la brújula» cuenta una trama policíaca, en la que un investigador trata de resolver una serie de crímenes que, según las pruebas, tienen como objetivo el descubrimiento del nombre de Dios. El investigador consigue llegar hasta el escenario donde se producirá el siguiente asesinato, pero es atrapado y descubre que, en realidad, todo ha sido una trampa para cazarle, pues el asesino lo que quiere es vengarse del investigador que encarceló a su hermano.


         En «El milagro secreto»  se cuenta la vida y la muerte de un escritor checo , fusilado por la Gestapo. En las milésimas de segundo justo antes de su muerte, el tiempo se paraliza durante un año. Esto sucede debido a que el hombre le pide a Dios un año de tiempo para poder terminar una de sus obras, y al parecer, dicho tiempo le es concedido.



                 En «La forma de la espada» se narra la historia de un hombre que traiciona sus principios para poder salvar su vida en la guerra; «Tema del traidor y el héroe» especula acerca de que la revolución en Irlanda estuvo planeada por los gobernantes; «La secta del fénix» habla sobre una secta secreta con un gran secreto y un rito bastante peculiar; «El fin» trata de un duelo de venganza entre  dos hombres, con trágico final para uno de ellos; y «Tres versiones sobre Judas» nos da una alternativa a la historia del apóstol contada en la Biblia. Tras largas investigaciones teológicas, un escritor descubre que Judas, el gran traidor, en realidad es la encarnación de Dios.



         Por último, en «El sur» se nos narra la historia de un hombre que, “atrapado en la gran ciudad”, anhela ir a una casa que tiene en el Sur y que perteneció a su abuelo. Un día, sufre un accidente al darse con un saliente en las escaleras, por lo que es ingresado en el hospital y queda al borde de la muerte. Sin embargo, consigue salir de este trance, y decide emprender un viaje hacia el Sur. Estando cerca de su destino, se involucra en una pelea en un bar, y acaba muerto tras un duelo a cuchillo. Al final del cuento, Borges nos da a entender que en realidad el hombre murió en el hospital, y que ante la idea de una muerte tan absurda, su mente imagina otra forma de dejar este mundo más parecida a la que tuvo su abuelo: «Sintió, al atravesar el umbral, que morir en una pelea a cuchillo, a cielo abierto y acometiendo, hubiera sido una liberación para él, una felicidad y una fiesta, en la primera noche del sanatorio, cuando le clavaron la aguja. Sintió que si él, entonces, hubiera podido elegir o soñar su muerte, ésta es la muerte que hubiera elegido o soñado».



         En «Ficciones», los cuentos son en realidad una especie de ensayos literarios, con temas como lo infinito o lo circular. En ellos, Borges utiliza las palabras para “ficcionar” los hechos reales. Haciendo que todos los cuentos parezcan tener algo en común, nos hace pensar que nos va a llevar a un final que una todos los relatos, cuando en realidad estos nos llevan a la nada, a la inmensidad de lo infinito.


                        MANUEL CARLOS ALCARAZ SALVAGO



        









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